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Instagram, ¿la red social amiga de los trastornos alimenticios?

Las redes sociales nos han ayudado a ampliar el mundo de los contactos, las comunicaciones, saber cosas de personas lejanas y compartir experiencias de una forma instantánea que antes no era posible. Pero, ¿qué pasa con el vacío legal que hay en la red? ¿qué sucede cuando estas herramientas nos permiten compartir experiencias que no hacen otra cosa que dañarnos?
Instagram es una de las redes sociales de moda. Los usuarios publican imágenes del momento. Nuestros perfiles pueden ser anónimos, ya que podemos escondernos tras un nick. Nuestros contenidos (fotos) son públicas y, gracias a las etiquetas que añadimos a cada publicación, usuarios de cualquier parte del planeta pueden acceder a estas. La idea es buena, pero ¿qué pasa si estas herramientas las usamos para dañarnos, para compartir contenidos que son perjudiciales para nuestra salud?
Este es el caso de las pacientes de trastornos alimenticios, anorexia y bulimia, que han encontrado en esta red social el lugar perfecto para compartir sus experiencias, consejos, trucos retos y “siluetas” con otras enfermas que las entiendan y aplaudan.


¿Y qué pasa con las restricciones? ¿Por qué los responsables de la red social no actuan ante este fenómeno tan dañino?

En el 2012 Instagram incluyó en su lista de etiquetas prohibidas las ligadas a estos trastornos alimenticios como #probulimia, #proanorexia, #loseweight, #thinspo, #thinspiration, etiquetas que dejaron de ser aptas y quien las usaba no obtenía otros resultados.
Sin embargo, estas pacientes han creado una nueva moda de etiquetas “ana” y “mia”: Ana es anorexia y mia bulimia, términos que se combinan para etiquetar y llegar a más enfermas “anaymia”, o que generan nuevas etiquetas creando un ya conocido lenguaje propio de estas pacientes: purge (purga, vomitar), ED (eating disorder, desorden alimentario) o edwarriors (soldados o luchadores de los ED).


Datos que nos deberían hacer recapacitar y tomar medidas…

Un reciente informe de la Agencia de Calidad de Internet (IQUA) para la Fundación Imagen y Autoestima nos desvela cifras son abrumadoras:

  • cerca de dos millones de publicaciones etiquetadas con el hashtag #ED, dos millones y medio con #anorexia y casi cuatro millones detrás de #ana y #mia.
  • fotografías de cuerpos esqueléticos, trucos para adelgazar, consejos para ocultar la enfermedad a los padres…

Sin duda, esta red social se ha convertido en un patio de recreo de pacientes con trastornos de la conducta alimentaria. Aquí pueden compartir lo que con su circulo cercano no puden. Instagram se ha convertido en un coladero de “desinformación incontrolada, con falsos mitos y datos incorrectos altamente peligrosos para la salud y para un correcto desarrollo físico y emocional” resume en informe y que también “promueve auténticas actitudes de riesgo como autoinfligirse dolor, haciéndose cortes en la piel cada vez que piensan en comida (para purgar «su pecado» y no caer en la tentación de la comida) o el dolor como técnica para quemar más calorías o para evitar hambre o ansiedad”.


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