Y algunas veces, la atracción por la enfermedad te arrastra, otorgándote una falsa sensación de poder y control de la que es díficil escapar. Y sin apenas ser consciente, ya eres presa del cuerpo y la comida; habiéndole entregado al trastorno todo el dominio sobre ti misma. Pero entonces, en ese preciso momento, te miras y ya nada te pertence. La enfermedad no te da alas, te las arrebata. Y tú, no estás sola luchando para vencerla.