Esta modalidad terapéutica está indicada para los casos más graves que requieren un tratamiento más intensivo y una atención clínica continuada con asistencia diaria. Es un tipo de recurso que integra un plan terapéutico individual y grupal, el cual se divide en tres fases:
Fase I:
Conciencia y control del síntoma: recuperación ponderal y eliminación conducta sintomática.
Fase II:
Mantenimiento de las conductas de control: estabilidad emocional, mejora de las relaciones sociales y familiares,…
Fase III:
Consolidación de la autonomía y prevención de recaídas.
Esta opción terapéutica se adapta a las circunstancias personales y evolución del paciente a medida que el proceso terapéutico avanza, permitiendo un amplio abanico de posibilidades horarias y garantizando la compatibilidad con la recuperación de la autonomía del paciente en sus principales áreas vitales: familiar, laboral, social, etc…