Siento un vacío en el estómago

22, octubre, 2018

No hace demasiado me sentí así. No era la primera vez, obviamente, pero esta vez sabía que no era la única que se sentía así, tal y como pude comprobar con otras y otros compañeras y compañeros de tratamiento. Aquí es donde está la diferencia entre guardármelo y compartirlo.

La pantalla del móvil en mis manos brilla como una segunda luna en la oscuridad de mi habitación en esta noche de verano. Mis manos se mueven tocando las teclas hasta que clico en el icono de la app que buscaba y, a partir de ahí, hago un scroll down infinito.
Hay miles, millones de colores, son las fotos y los stories de muchísimas personas.
A algunas las conozco en persona, otras solo por aquí, algunas viven a miles de quilómetros de distancia de Barcelona.
Suben fotos en la playa, bronceándose, con pieles perfectamente brillantes, cuerpos tonificados, los dientes de su sonrisa blanquísimos, rodeados de amigos, siempre pasándoselo bien. Siento un vacío en el estómago.

Más de una vez yo también he subido fotos en las que parecía que mi vida era perfecta para la galería. Tenían más o menos likes, comentarios cariñosos… pero el vacío del estómago seguía estando ahí.

¿Qué tienen ellas que yo no tenga?, ¿Qué les lleva a conseguir ese éxito que a mí también me gustaría tener? Algo debo de estar haciendo mal, ¿no? Qué más tengo que hacer, cuántos quilos más he de perder, cuánto maquillaje o cuántos filtros, cuántos ángulos perfectos; encontrar la sonrisa adecuada, la pose adecuada, la vida adecuada… Hay una brecha infinita entre yo y el mundo.


Testimonio paciente en tratamiento de hospital de día.


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