¿Por qué inviertes tanto tiempo (y sufrimiento) en pensar qué estarán pensando los demás de ti? ¿por qué siempre crees que tienen una opinión negativa de ti? Y, sobre todo, por qué no te paras y dedicas unos de esos pensamientos a verte y quererte.
Hoy, desde SETCA, queremos compartir la carta de una paciente con TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria) en tratamiento, paciente de 13 años que piensa, cada instante, qué estarán pensando los otros, o que estarán haciendo y diciendo…
Seguramente ya te has acostumbrado a estar pendiente de lo que los demás piensan sobre lo que tú estás haciendo, incluso lo encontrara normal, forma parte de tu día a día, de tu manera de ser. Pero, lo que debes tener claro, es que esto sólo te impedirá hacer lo que realmente quieres hacer y mostrarte tal como eres.
Yo antes también lo hacía. Me pasaba cada segundo del día poniéndome en la mente de los demás. Intentaba ver qué podían esta pensando de mí. Si veía a dos niños que estaban riendo en clase, me pensaba que se reían de mí. Si dos hablaban al oído, sólo podían estar criticándome. Si llegaba a un grupo que estaba hablando y todos callaban, seguro que había hecho algo mal y lo estaban comentando.
Mi objetivo era agradar a todos. Y, si podía imaginar que estaban pensando los demás de mí y saber lo que no les gustaba, sería más fácil conseguirlo. Pero el problema era que todo lo que creía que estaban pensando de mí eran cosas negativas, y por supuesto, si todo eran cosas malas, más valía no hacer nada, ni dar la opinión ni hacer nada para llamar la atención y así seguro que no pensarían nada malo.
Y, así, cada vez me fui cerrando a los demás, más y más… Ya no participaba en clase, ni daba mi opinión, no me atrevía a enfadarme con nadie. Pensaba que así todo el mundo estaría contento, nadie podría pensar nada malo de mí.
Pero no caí en pensar cuál era mi opinión sobre mi misma. Y, es que no era muy buena. ..
Al no mostrarme como yo realmente era, ni decir lo que pensaba de las cosas, me fui guardando todo dentro. Fue así cuando me empecé a sentir muy mal conmigo misma. Lo que yo pensaba malo de mí, me creía que también lo pensaban los demás. Y al querer agradar a todo el mundo y creer que no lo conseguía, el sentimiento de inferioridad y frustración fue a más, hasta que ya no lo pude controlar.
Mi mensaje con todo esto es que en lugar de estar pensando lo que piensan los demás de ti, deberíamos pensar primero que pensamos de nosotros mismos.
No sirve de nada gustar a todo el mundo y que todos te quieran si tú no lo haces. Y, para ello, tienes que empezar a ser tú mismo, no lo que crees que los otros quieren que seas.
Seguro que alguna vez te equivocas o alguien no le caes bien y piensa cosas malas de ti, pero tienes que saber ver que es normal y no por eso te has de sentir mal, porque es imposible agradar a todo el mundo, y hay habrán muchos más que piensan cosas buenas de ti, aunque tú ahora no lo puedas ver.
Nunca podrás saber qué están pensando los demás en todo momento, aunque a ti te parezca que sí. Y tienes que aprender a vivir con ello, y debes saber también que la gente que realmente te quiere te dirá en la cara lo que piensa en ti y no tendrás que intentar leer su mente, imaginando el peor que puede pensar.
Finalmente solo decirte que seas tú mismo, es mucho menos agotador, mucho más satisfactorio y, aunque quizás no gustes a todos, te gustará más a ti mismo y la gente te valorará por cómo realmente eres. Ánimos. Se puede lograr.
Testimonio de paciente 13 años con TCA, trastorno de la conducta alimentaria.