Hoy queríamos hacer un homenaje. No se trata de un homenaje cualquiera. Hoy queremos honrar todo el trabajo, cuidado y atención de las familias que sufren acompañando a sus madres, padres, hijxs, hermanos, en un trastorno de la conducta alimentaria. Expertos en TCA y la mayoría de asociaciones hace tiempo que señalan que la familia es, sin duda, una pieza clave en el tratamiento y abordaje de los trastornos de la conducta alimentaria. El entorno del paciente es sumamente importante: cuando el TCA entra en casa, afecta todo aquello que lo rodea. Esta implicación tan directa convierte a los familiares en piezas clave en la evolución y curación de esta enfermedad. Marta Gago, directora de la Unidad de Tratamientos Externos de ITA en Madrid, señala en este sentido que dejando de lado ciertos temas que entran dentro de la confidencialidad, la familia tiene que formar parte del tratamiento y, junto con el equipo terapéutico, trabajar mano a mano en la mejora de los pronósticos. Por ello, hay que informar tanto del trastorno como del proceso terapéutico, y explicar también cuáles son las ‘líneas rojas’ que existen en la confidencialidad del paciente y su tratamiento.
La familia es fundamental pero cuando el trastorno entra en casa, con mucha frecuencia, los pilares se tambalean, señala Pepi Aymat, presidenta de Adaner. A ninguna familia le enseñan antes de que ocurra como poder abordar estos duros y complejos momentos. Y a menudo, al empezar, todo se hace al revés. Por eso, es de suma importancia que la familia disponga de herramientas para afrontar aquello que viven. Que la familia se sienta apoyada, acompañada, comprendida. Asimismo, queríamos remarcar que cada miembro de la familia tiene su lugar en esta lucha. Que cada uno tiene su rol. Todos ellos necesarios. E importantísimos. Sin olvidar, por supuesto, la multitud de complejas resistencias que se generan cuando toda la familia debe revisar y entrar en el proceso terapéutico para poder acompañar. Que no podemos olvidar que pese a las generalidades en las que puedan coincidir algunos procesos, cada familia esconde su propio mundo, su propia realidad, y necesita sentirse respaldada para no desbordar. Y pese a todo, o a pesar de todo, con más o menos culpa, con más o menos disposición, es en estos momentos en que todo se desmorona en los que podemos acogernos a la luz. La familia es ese lugar seguro, ese puerto, que decide no soltar la mano. Aunque duela.
Por todo ello, desde SETCA, hoy mandamos este pequeño homenaje. Quizás las palabras no son suficientes, pero sentirse acompañado es todo lo que os podemos desear. Aquí estamos, disponibles también para vosotros, honrando vuestro trabajo silencioso e imprescindible para avanzar. ¡Gracias!