Testimonio paciente en tratamiento anorexia

Ahora respiro, ¡al fin!

Reconocer que eres víctima de un trastorno de la conducta alimentaria. Pedir ayuda. Querer superarlo. Seguir viviendo en libertad sin esta atadura que llevas en la mochila.

Muchas de las personas que padecen anorexia, bulimia y otros trastornos alimenticios viven con una lucha eterna a la que, en muchos casos, cuesta plantar cara.

Hoy, desde SETCA, queremos compartir un testimonio de una paciente de 37 años que acaba de iniciar el tratamiento para superar su  TCA. Una paciente tras años de enfermedad, ocultando esta realidad, evitando el tratamiento, ha decidido plantarle cara y comenzar una nueva vida.

Ahora respiro, ¡al fin!
de mi sobreexigencia,
de mi necesidad imperiosa de ser especial,
de mi búsqueda extasiante de un ideal que lejos de tocar tierra anida en las fantasías de los egos espirituales,
de mi falta de pies y excedencia de cabeza,
de mi mente loca,
de mis fantasías barnizadas de princesas y príncipes azules,
de mi incesante búsqueda de aprobación externa,
de mi heroína colgada de la barra de un gimnasio y un plato vacío,
de mi dureza emocional y mi terca tozudez,

Respiro aire
aire de libertad,
aire de humanidad,
aire de personas,
aire de gente humana con necesidades humanas,
aire de tierra,
aire de comida y cuerpo,
aire de codo a codo se puede,
aire de lágrimas y sonrisas,
aire de un día a la vez,
aire de miradas que se cruzan,
aire de oídos dispuestos a escuchar,
aire de confiar,
aire de que todo granito de arena cuenta,

En definitiva, aire dispuesto a hacer latir mi corazón y no mi cabeza.

Sé que cuesta salir de la cabeza, pero también sé que cuesta dejar de sentir el corazón.

Ahora empieza mi viaje de respirar para sentir y no para huir. Hay miedo, sí, y mucho, a caer, a equivocarme, al rechazo, al fracaso, a la soledad, a no ser suficiente… y un largo a… pero también hay fuerza porque quiero vivir y no morir en vida.

Gracias a los profesionales que aún creen en nosotr@s, en los que tiramos la toalla cerrando la boca a la vida, por confiar cuando nosotr@s no confiábamos que aún podíamos volverla a abrirla, aún cuando no lo hiciéramos a la primera, aún cuando no quisiéramos escucharos, aún cuando al principio nos costó.

Gracias.

Escribo esto después de una mañana dura, en la que he enviado unos cuarenta whatusps a mi terapeuta, hundida en mi angustia de iniciar un tratamiento a mi tan negado trastorno de la alimentación, camuflado bajo una falsa espiritualidad y un «que me vas a contar a mi que yo ya sé como salir de esto».

Así que aunque sé que el rosa a veces no será tan rosa, y que tendré otros días grises en los que volveré a hundirme en esa neblina angustiante, doy gracias por tener estos momentos de lucidez y paz. Son pequeños, pero grandes a la vez.

Gracias

Paciente de 37 años con Trastorno de la Conducta Alimentaria

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